Cambiar el mundo desde su lugar: el niño de Lima que se volvió CEO ambiental
A los 5 años fue la última vez que Jack Bigio recuerda que lo llamaron por su nombre, a partir de allí, no sabe bien cómo ni quien le puso el apodo, pero decidió que todos lo llamaron "Tato". Eso se dio en Lima, Perú, su ciudad y comunidad de origen, de la cual tiene los mejores recuerdos y a la que tiene siempre presente, a pesar de que hace décadas que vive en Israel. Hoy, siendo co-fundador y co-CEO de UBQ Materials, una compañía de tecnología limpia que convierte la basura doméstica, sin la necesidad de separarla, en un nuevo material homogéneo y consistente, que puede ser utilizado por la industria tradicional existente para crear productos.
“Lo que antes se hacía con plástico hoy se puede hacer con UBQ”, destaca el emprendedor desde Israel, y a ello le agrega: “UBQ es una compañía que desde que la fundamos, pensamos que su tecnología tiene que tener un impacto mundial, a favor de cambiar el mundo para bien. Hay que darle un vuelco al futuro desde nuestra generación, con una tecnología que tenga un impacto positivo en todo sentido. Esa es la filosofía y sobre eso construimos todo”.
La sensación emprendedora que lo llevó al otro lado del mundo
Desde los 18 años se encuentra en el país de Medio Oriente: “Vine con la idea de tener un mejor nivel de educación y potencialmente un mejor futuro profesional, para mí y la familia que viniera”, comienza relatando y comenta: “crecí en una familia muy querida, económicamente bien establecida y no había objetivamente un motivo para que dejé el Perú, sino por un imán que me atrapaba, una sensación de que había un lugar en el mundo que iba más en línea con la filosofía de vida que me planteaba a esa edad”.
Esa búsqueda de un mejor futuro, guiada por algo netamente interno que le latía, es para el entrevistado una muestra de su chispa emprendedora: “Siento que fue una decisión bien emprendedora, porque dejar a la familia, amigos, marco, comida, lenguaje y esa cultura que te atrapa al nacer, para venir a un país tan lejano, más en esa época, con un idioma muy diferente, así como el estilo de vida, es una decisión independiente, que da cuenta de la chispa que ya tenía desde chico”.
Una formación diferente y exigente
“Tato”, cuenta que en Israel la educación es muy particular, porque a nivel universitario, la academia solo se brinda en el idioma nativo que es el hebreo, por lo que además del estudio de la profesión que se busque seguir, hay que agregarle el hecho de aprender el lenguaje propio del país. Eso lo lleva a reconocer su esfuerzo por terminar no solo una carrera, sino dos: “Creo que volcar toda tu energía y pasión por tener éxito, es algo para lo que necesitas mucha stamina y aparentemente lo tenía. He visto a gran cantidad de personas que por extrañar o costarles la adaptación, no pueden hacerlo y terminan regresando”.
Tras esos dos títulos obtenidos, la sensación era de estar en el lugar correcto, tal como lo había pensado al marcharse de Perú: “comencé a entender mejor el idioma, a disfrutar las clases, me hice jefe de práctica en la facultad, lo cual me permitió tener un mejor status, un ingreso, independencia, me hizo sentir en casa. Me llegue a sentir en familia con este nuevo país”.
Un contexto que invita a crear: “En Israel, fracasar es no intentar”
Para entender mejor ese contexto en el cual se desarrolló Tato, quien consiguió graduarse en Administración de Empresas y Economía, con MBA incluido, es importante remarcar que se trata de un país en el cual emprender es prioridad. De hecho, Israel se destaca como la nación con mayor cantidad de startups y emprendimientos per cápita.
“Hay un punto clave que es lo cultural y lo que trae de la religión. Es que el judaísmo, que al final de cuenta uno no tiene que ser religioso para vivir la experiencia, es una forma de vida en la que desde que se nace, se aprende a que uno mismo es actor de su propio destino, nada puede limitar el potencial, sino que por el contrario, la experiencia te lleva a dar lo mejor de ti y no depender de nadie, no hay premio ni castigo, solo haz lo mejor que puedes hacer”, explica el experimentado emprendedor y administrador, que llegó a ser CEO de una empresa bursátil con capitales israelíes, pero de dominio norteamericana.
Continuando con su exposición, acerca de la idiosincrasia del país que se ha convertido en su hogar, marca: “Es una religión que se pregunta y cuestiona mucho, eso es el eje de lo que se propone. Nunca estar satisfecho de lo que ves, pensar siempre si hay algo mejor. Cuando llegas aquí, entiendes que no hay límites, te enseñan a pensar de forma independiente, no tenerle miedo a nada y, si intentas algo que no funciona, no has fracasado, intentaste. No intentar si es fracasar”.
Paraíso de emprendimientos y startups
Si bien lo cultural es fundamental, no es lo único que ha convertido a Israel en el país por excelencia respecto a startups, ideas innovadoras y tecnología de punta. Tato aporta también su explicación respecto al ecosistema tan fructífero para emprendedores: “Lo que obliga a esa semilla a florecer tan fuerte, hablando de la industria y el emprendimiento, es que el país no tenía nada. No había agua, ni minerales, ni recursos energéticos, solo cabezas y el recurso humano, eso es lo único que tenía y tiene este país y de entrada se entendió que allí estaba la ventaja competitiva”.
El co-CEO de UBQ comprende que“la creatividad e innovación debieron reemplazar a los recursos que otros lugares tienen”, y vuelve a introducir el aspecto cultural, con un concepto poderoso como es la cooperación: “para que haya desarrollo tecnológico y la innovación tenga éxito, tiene que haber mucha colaboración, acceso a capital y recursos humanos, además de la tecnología y el conocimiento. Aquí se coopera mucho, sobre todo cuando alguien quiere construir algo. La stamina de la gente se dispara, hay una energía que te empuja y en esa colaboración participan la academia, los institutos tecnológicos, gobierno y ejercito, que es desde donde nacen muchas nuevas tecnologías”.
Finalmente, para quienes quieran conocer más sobre el desarrollo emprendedor en Israel y esta gran explosión de startups que se ha dado, recomienda la lectura de “Startup Nation”, un libro de Dan Senor y Saul Singer.
El momento de emprender llegó tras un largo recorrido y con mucha experiencia recabada
Es interesante repasar el camino que ha hecho Jack “Tato” Bigio de forma cronológica. Tras los logros académicos, se dispuso a conseguir experiencia en el nivel más alto posible y su entusiasmo lo llevó a Estados Unidos, para trabajar en finanzas, el centro más importante a nivel mundial para este tipo de desarrollo profesional.
“En los años 90 había un movimiento enorme de talento latinoamericano en EEUU, porque los países emergentes, comenzaban a abrirse al mundo moderno, con inversión privada. Aproveché y fui a trabajar allí en una banca comercial”, narra el protagonista, que de todas maneras volvería a tomar una decisión similar a la de sus jóvenes 18 años. Un tiempo después de haber llegado a Estados Unidos: “los caminos de la vida te ponen oportunidades enfrente y uno tienen que tomar decisiones. Se contactaron conmigo desde una empresa israelí y me ofrecieron volver a trabajar con ellos, a lo que accedí”.
Para el hoy líder de un negocio con consciencia ambiental, en ese momento significó un salto de confianza y de calidad en su experiencia: “se trataba del grupo Merhav en Israel, compañía con mucho potencial, dinámica y tecnología, lo que era muy bueno para mi desarrollo”, comenta y sigue: “hubo constante actividad con tecnología israelí en el mundo y aprendí mucho de personas inteligentes. La mayoría de los ejecutivos eran mayores, por lo que era un privilegio para mí y durante casi 10 años fui creciendo, hasta llegar a manejar, durante 5 años, una compañía de inversiones en Israel, que cotizaba en NASDAQ”.
Picó el bicho del medio ambiente
Finalizada su etapa como CEO en aquella compañía que se desprendía también de Grupo Merhav, Tato comenzó a sentir inquietudes acerca de su futuro y viró hacia un enfoque completamente ambientalista.
En su recorrido, observó que proyectos solares, de viento, bioetanol y otras energías alternativas, comenzaban a tomar forma y sintió que “era todavía un momento pionero para entrar en ese mundo”. Así, con el mismo dueño de Merhav, desarrolló una compañía solo con temática de energías alternativas. “La idea de crear una economía sostenible, circular, en sintonía con el desarrollo del planeta, me abrió un horizonte que me atrapó completamente. Me convertí en un empresario que ve en adelante el futuro del planeta, fue una transformación que viví, a través de algo que hace 20 o 30 años no estaba ni en el diccionario”.
Fue finalmente un pionero, de los primeros en “montarse en ese caballo”, como el mismo lo define. Sin embargo, aquella compañía se vendió luego de desarrollar diversos proyectos, con tecnología de avanzada. Pero claro, aunque se declaraba “satisfecho”, aún quedaba chispa y el fuego emprendedor se mantuvo encendido.
De vuelta a la línea de partida con UBQ Materials: “oficina chiquita e idea enorme”
“No estaba seguro de quizás volver a la banca privada y finanzas, cuando la vida me puso en otro momento decisivo. Se dio en un periodo en el que asesoraba a otras compañías, aportando toda mi experiencia, que es algo que suele faltarle a esas buenas intenciones y energía que traen las startups”, menciona Tato, que luego detalla: “Me llamaron muchas compañías y entre ellas estaba una que buscaba resolver la idea de UBQ materials, pero no lograba darle forma. Lamentablemente no pudo sostenerse, dejando de existir, para lo cual uno de los inversionistas me ofreció ejecutar la idea, diciéndome que no creía que hubiera otra persona para desarrollar eso mejor que yo. Pusimos el capital entre ambos y fundamos así UBQ en 2012, con una oficina chiquita pero una idea enorme”.
La noción de basura que difunde UBQ
Es cierto que la palabra basura tiene todas connotaciones negativas, tanto así que en algunos idiomas se utiliza hasta como insulto. Sin embargo, desde la óptica de UBQ Materials, la palabra basura está mal utilizada y Tato lo clarifica: “hasta hace un minuto aquello que llamas basura era un recurso valioso, pagaste por ello, fuiste al supermercado y lo elegiste, pero una vez que terminaste el yogurt se convirtió en basura. Toda esa energía y materiales se pierden en cantidades inimaginables”.
Las cifras son también bastante esclarecedoras: “La cantidad de basura en el mundo es equivalente a 2 billones de toneladas al año. Imagínate a 10 millones de jumbo jets (aviones), uno al lado de otro, llenos de basura doméstica”. Así entonces, reafirma: “lUBQ vino a decir ‘pensemos la basura como un recurso lateral y antes que se vaya al basural, reutilicémoslo, traigámoslo a la economía de vuelta y creemos un nuevo recurso material. Si son desechos inútiles es porque no hemos aprendido a usarlos, hemos creado una economía lineal. Darle la vuelta al círculo, esa es la idea original que pregona UBQ”.
Fuego y pasión emprendedora
Con un CV como el de Tato Bigio, con toda la experiencia cosechada, cualquier persona pensaría que lo ideal es buscar comodidad en una compañía grande. Pero no así el propio Tato, quien descubrió que todavía tenía ganas de hacer algo nuevo y en especial, de “provocar un cambio importante en mí y en el mundo. Hacer algo bueno para el planeta, ya con hijos, sintiéndome responsable por su futuro y el de mis nietos también”.
Para el consolidado MBA peruano, “arriesgar de vuelta y comenzar de 0 otra vez, es algo que solo ocurre si tienes ese fuego y pasión emprendedora, es eso que te dice: ‘haz lo que sientas que tienes que hacer, no lo más cómodo’” y rememora: “La gente me preguntaba ‘¿estás seguro? y yo siempre estuve seguro, porque no quería perderme la oportunidad de hacerlo. La vida es solo una, no hay que dejar pasar las posibilidades de hacer lo que uno quiere”.