Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la pandemia ha provocado la pérdida de más de 17 millones de empleos en Latinoamérica afectando principalmente a los más jóvenes. Si ahondamos en esos números, por ejemplo, encontramos que en México el 70% de los jóvenes ha perdido su empleo y en Colombia, mientras tanto, ese porcentaje se duplicó del 15% al 30% en tiempo récord.
Contemplando este escenario, Guadalupe Silveyra d’Avila, Co-Founder en Sinergia Soluciones Empresariales y HR Business Partner y TalentAcquisition en una empresa de desarrollo de software de Argentina, nota según su experiencia una merma considerable en la demanda de empleo: “Durante la pandemia, e incluso hoy, nos encontramos que de cien currículos no podemos colocar uno, mientras que antes hablábamos de entre una semana a quince días para cubrir una posición abierta”. Sin embargo, en este mismo análisis, delimita algunas diferencias entre los distintos rubros que conoce: “Hubo una gran deserción en términos generales en lo que hace a la industria más dura, no así en las empresas que han acelerado la digitalización en la pandemia. Lo que son plantas industriales vinculadas netamente a producción son las que más se vieron afectadas en reducción de personal.”
En el mismo sentido, Esteban Rojas Peralta, quien lleva más de diez años desempeñándose en Chile como psicólogo especializado en empleabilidad, asiente las cifras del BID y coincide con el enfoque de Silveyra d’Avila: “En este contexto, no es de extrañar que existan estas altas tasas de desempleo, ya que se han perdido muchos puestos de trabajo más del tipo informal y operativo.”
Una primera conclusión, por lo tanto, acerca la idea de que el mercado laboral se ha visto claramente debilitado y a su vez, rotundamente transformado en sus diversos matices, rubros y áreas, lo que cierra algunaspuertas,pero también ilumina nuevas posibilidades. Ciertos caminos que antes podían ser opciones rápidas y frecuentes, ahora se encuentran bloqueados, emergiendo, con esas características, nuevas rutas.
Puedes leer más sobre estas transformaciones en "Cambio de paradigma social y generacional: El empleo toma nuevos rumbos", otro artículo exclusivo de Next Idea 4U.
Dentro de las oportunidades que se vislumbran en un mercado laboral castigado y en plena transformación, sin lugar a dudas la habilidad y capacidad de adaptarse a nuevos escenarios o a nuevos requerimientos asoma como fundamental. Nada que ha cambiado puede encontrar soluciones en respuestas obsoletas, por eso, la llave que puede abrir la puerta del éxito tanto para las personas como para las organizaciones es precisamente esta condición tanimportante.
De manera concisa y en línea con esta afirmación, Rojas Peralta asegura: “lo importante es la adaptabilidad, ya que muchos trabajos se han trasformado teniendo en cuenta la digitalización, el trabajo remoto, etc. Esto se ve incluso antes de la pandemia, la tecnología comienza a reemplazar a los trabajadores con funciones más operativas, quitando puestos de trabajo pero también creando otros.” En este sentido, el chileno enuncia una pregunta reveladora: “Si ahora tu trabajo lo hace una máquina, ¿quién le hará mantenimiento o arreglará esa máquina cuando se rompa?”.
La adaptabilidad, para estos especialistas, no es una cuestión necesaria solamente para los individuos sino también para las empresas, aunque en muchos aspectos se encuentren atrasadas. “A nivel industrial, todavía falta hacer un clic. Frente a la necesidad de incorporar gente con cierto nivel de capacidades ligadas a habilidades y competencias más del estilo analítico, como el compromiso, el trabajo en equipo y demás,no pueden medirlo a través de un currículo”, asegura Silveyra d’Avila y agrega:“Trabajo intentando hacer entender que hace falta conocer a las personas. Muchas veces hay jóvenes que no han podido desarrollar esas habilidades porque no han tenido la posibilidad ni el ámbito de hacerlo.”
Sumando a esta interesante reflexión, Fernando Vilela, quien trabaja como profesor del Instituto de Emprendedores de la Universidad de San Ignacio de Loyola en Perú, aporta un concepto bisagra para incorporar el fenómeno del emprendedurismo al análisis: “Las empresas todavía no han visto a la habilidad del emprendedor como como un plus, de hecho, para muchas es un potencial problema. En algunos mercados eso pasa a la inversa y se promueve incluso ser un intraemprendedor y desarrollarse dentro de la organización, pero en la mayoría todavía no se termina de aceptar esa habilidad, aunque a mi entender ya llegará el momento”.
A partir de la última consideración, surge un gran interrogante que buscaremos responder de inmediato, ¿estamos ante un escenario favorable para emprender?
Para Silveyra d’Avila no existen dudas al respecto: “Sí, cien por ciento, el escenario es favorable y las nuevas generaciones son favorables. Los millennials y centennials vienen a enseñarle al mundo que si no se es feliz con lo que se hace hay que dejarlo. Buscan ser felices en el trabajo, el trabajo es un punto más de su felicidad, ya no quieren trabajar solamente para subsistir.” Pero además, entre sus consideraciones, aporta más valor en la comprensión del contexto actual “Los emprendedores se dan por los nuevos ámbitos de trabajo, ya no son las oficinas sino los coworking. Cadenas de favores, trabajo interdisciplinario, la generación de red de contactos y la suma de valores.”
Esto último invita a pensar en que la coyuntura no solo es ventajosa para quienes busquen emprender, sino que además es prospera para la forma de ver el mundo. En esto, Rojas Peralta también es contundente: “Hoy en día hay que tener cierta actitud emprendedora incluso para insertarse en el mercado laboral más tradicional, o por lo menos, tenerla ayudará a tener más oportunidades.Uno debe hacer su propio recorrido y comenzar a mostrarse de manera efectiva. El mercado laboral está cambiando mucho, se debe leer cuales son los rubros que están más activos y entender que se busca en ellos.”
De todas formas, siempre se debe estar con los pies sobre la tierra, ya que la suma de variables positivas no es garantía absoluta de nada. “Este contexto es una tremenda oportunidad de desarrollo pero hay que tener en cuenta que hay muchas personas para lo mismo. Tener una buena idea no es lo único, hay que conocer el mercado, las herramientas, los procesos, etc. Se requiere un estudio previo no solo para diagnosticar sino para saber cómo canalizar la idea”, advierte el experto en empleabilidad.
La conclusión entonces, marca que la visión emprendedora puede hallar en el presente un ámbito favorable para desarrollarse. Sin embargo, no todos cuentan con las cualidades apropiadas y necesarias para alcanzar el éxito. En este sentido, los tres especialistas consultados tienen bien en claro, según los casos que por su labor profesional conocen de primera mano, cuales son las virtudes clave para desenvolverse auspiciosamente.
Vilela, de hecho, no presenta dudas al respecto: “Un buen emprendedor tiene q saber manejar el equilibrio entre familia, salud y trabajo. Como emprendedor tienes que tener el stress manejado, si no lo haces, tarde o temprano eso será lo peor para tu emprendimiento. En resumen, diría que lo principal es un buen manejo de las emociones.” Rojas Peralta, simultáneamente, coincide en la cuestión emocional y agrega otras habilidades blandas a la lista: “Es fundamental la tolerancia a la frustración. Sino la tienes es muy difícil emprender, porque es un ensayo y error constante. También la planificación, la flexibilidad, las habilidades humanas, generar relaciones. Saber asociarte es la principal forma de suplir tus falencias y potenciar tus habilidades”
La estabilidad emocional resulta una condición indispensable, aunque una cuota de coraje y por qué no, de inconciencia bien entendida, puede ser necesaria. “Los emprendedores son las personas creativas que se lanzan sin medir demasiado impacto, que pueden generar valor en poco tiempo y fundamentalmente que son apasionados de lo que hacen”, aporta Silveyra d’Avilaa la caracterización.
Todos los caminos parecen indicar lo mismo, el mundo ha cambiado y la mayoría de los jóvenes ya lo saben. El mercado laboral no es el mismo y, por ende, las oportunidades tampoco, aunque todavía hay una gran brecha entre expectativas y realidad que lentamente comienza a achicarse, dejando fuera a quienes no lo vean o comprendan. Las fronteras entre empleo y emprendedurismo comienzan a difuminarse y el futuro parece ser de quienes jueguen sus cartas con valentía y de aquellos que acepten jugar esa mano. Hacia allá vamos.
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