Juan Carlos Hernández
Desde Puerto Rico 
Existen figuras que generan interés y consideración por peso específico, ya que congregan niveles de conocimiento y experiencias que exceden lo cotidiano. Cuando, además, lo ponen al servicio de sus sociedades, se convierten automáticamente en referentes.
Sin ir más lejos, este es el caso de Jorge Ortega Ibarra, quien desde su aporte altamente valioso al ecosistema emprendedor y empresarial en México se ha transformado en, al menos, un portavoz digno de ser escuchado con atención y notable consideración.
Uno de sus rasgos interesantes, claro, tiene que ver con su extensa formación. Ortega es Licenciado en Derecho en la Universidad Iberoamericana, Diplomado en Filosofía en la Universidad Panamericana, se especializó en Ciencias Sociales en el Instituto de la Integración Iberoamericana y tiene un Master en Doctrina Social de la Universidad Pontificia de Salamanca, además de Estudios en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de México y en Administración de Pequeñas Empresas en el Instituto Tecnológico de Monterrey y Jackson State University.
A partir de allí, no obstante desempeñarse como profesor de Historia de las Ideas y Problemas de las Ciencias y las Tecnologías, ser autor de diversas obras de antropología filosófica y la publicación constante de editoriales sobre temas de actualidad, se ha dedicado al derecho corporativo y a la generación de innovaciones y nuevas empresas.
En el año 2006, a partir de la iniciativa de un pequeño grupo de amigos empresarios, se creó Civilización Emprendedora, una organización civil sin fines de lucro dedicada a “abatir pobreza y desigualdad, mediante la generación de cientos de nuevas empresas y con ello capital humano, social, económico y cultural”.
Al día de hoy, esta Institución ha logrado generar 2.550 emprendedores reales al frente de 1.049 nuevas empresas, de las cuales el 70% son tecnológicas, el 15% sociales y el 15% tradicionales, además de haber registrado 282 innovaciones. “Queremos que si alguien se lo propone, tenga la oportunidad de ser formalmente empresario y tener constituida una empresa formal, por eso desarrollamos una metodología para que lo lograra de manera sencilla, rápida y de bajo costo”, asegura Ortega.
Justamente esa metodología es México Emprendedor, el sistema a través del cual se puede acceder a servicios de formación empresarial mediante cursos intensivos, generación de sociedades en todo el país y el extranjero, registro de innovaciones intelectuales y tecnológicas, articulación de proyectos empresariales y consejería empresarial en temas como asambleas, convenios y contratos.
A partir de su vasta experiencia y capacidad reflexiva, Ortega inserta su trabajo y propósito en el análisis del presente. Este, claro, determina cuáles son los desafíos a enfrentar para progresar: “Estamos atravesando un cambio de época porque el mundo sigue cambiando con diversificados avances tecnológicos y nuevas visiones. Los jóvenes, especialmente, tienen retos desafiantes si miramos al futuro”, afirma Ortega.
“Los conocimientos fluyen globalmente y estudiar viene a ser una plataforma indispensable”, continúa y alega, “pero también insuficiente cuando se piensa en términos profesionales, particularmente si se trata de alinear academia y desarrollo profesional. Las ofertas de empleo están contraídas por efectos de la pandemia y la alta oferta de universitarios, ante la escasa demanda de las empresas, impacta en que la selección de personal se vuelva demasiado severa y los sueldos ofrecidos verdaderamente raquíticos”.
Desarrollando su análisis, e intentando puntualizar, Ortega suma el enfoque regional: “En Latinoamérica nueve de cada diez empresas son micro y pequeñas, y las medianas y grandes aceleran procesos de digitalización, automatización y robotización, reduciendo la necesidad de contratar empleados adicionales. Así que la opción del autoempleo, la innovación y el emprendimiento son indispensables, y podrían ser cuesta arriba en términos de planeación, legales, financieros y operativos”, explica.
La clara reflexión que hace Ortega sobre el presente y sus problemáticas, pinta un escenario real y complejo, pero al mismo tiempo conduce directamente al propósito, justamente, de México Emprendedor: “Teníamos la preocupación de que jóvenes con buenas ideas no lograran conceptuar proyectos ni constituir una empresa formal, por lo que nuestra misión institucional está en facilitar que los emprendedores se conviertan en empresarios”, destaca.
“Los apoyamos en que su empresa tenga denominación, objeto social claro y con futuro, constitutiva civil o mercantil adecuada, definan socios y cargos, nombren su consejo de administración o administrador único, establezcan sus facultades, definan su capital mínimo y que su empresa quede legalmente protocolizada y registralmente inscripta”, completa Ortega.
Además de resolver esta lista de dificultades más bien del orden técnico y burocrático, el Director de México Emprendedor resalta un aspecto que entiende central: “Es un tema de empatía, orientación, consejería y acompañamiento. Insistimos que para nosotros el principal capital es humano, lo que es, decide y aporta cada emprendedor, así como su capital intelectual: sus diseños, su presentaciones, su software, su marca, su software, su virtualidad, sus manuales y comercialmente su capacidad para identificar y acceder al segmento de mercado que lo mantenga a flote y lo haga crecer”.
En Civilización Emprendedora y desde México Emprendedor, la visión es francamente de un impacto superador. La transformación y progreso de las sociedades y sus comunidades es realmente una preocupación genuina y un motor de acción indiscutible.
Con respecto a esto, Ortega detalla: “No hay otra fórmula para llegar a ser una nación desarrollada sino a partir de que sus nuevas generaciones apuesten por el emprendimiento y la innovación, lo que tiene ventajas económicas pero que significa un avance psicosocial”. Seguidamente, indica: “En nuestra institución no creemos que sea de inicio un tema de capital financiero sino de formalización transversal y de facilitar que los innovadores cuenten con certificados y títulos de propiedad intelectual”.
“Queremos incidir eficazmente en la vida de las personas, ayudar a generar un ambiente emprendedor, detonar el capital humano, operar un sistema innovador propio y en lo posible a distancia y a través de las redes sociales, ayudar a generar empresas productivas en el seno de las comunidades, contribuyendo a visualizar sociedades del conocimiento”, devela comprometidamente Ortega.
Partiendo de estos objetivos, la acción y el trabajo desarrollado desde la institución efectivamente da sus frutos: “Hemos apoyado a emprendedores mexicanos y extranjeros en Europa, Norteamérica, Latinoamérica y el Caribe a que operen en todos los segmentos. Han sido empresas científicas, tecnológicas, comerciales, industriales, rurales, de comunicación, transporte, educativas, médicas, asistenciales, deportivas y artísticas, radicadas en todas las localidades de la República Mexicana”, reconoce.
En este sentido, Ortega repasa y describe: “Al día de hoy acumulamos una trayectoria de 16 años con 1049 empresas constituidas y el registro de 282 innovaciones. Somos una comunidad entusiasta que contribuye finalmente a la realización de personas y sus empresas, a la oferta de bienes y servicios, a la generación de empleos y patrimonios, a que la dinámica de las sociedades y los mercados continúe con creatividad, libertad y participación”.
Como queda demostrado, Ortega tiene propósitos tan nobles como pretensiosos, aunque también cuenta con el bagaje intelectual suficiente para comprender el contexto y visualizar los escollos.
“Claro que desearía que en Buenos Aires, Santiago, Bogotá, San José o Cancún, surgiera un nuevo o muchos Elon Musk o Mark Zuckerberg, y hasta sería posible, pero de momento tengo que aceptar que todos los ecosistemas empresariales son de escala”, reconoce con sabiduría. A partir de allí, entonces, asegura: “Ya sería un gran avance incidir en lograr que un número importante de jóvenes o adultos logren ser cabeza de su propio plan de vida en sus propias empresas”.
Por último, consecuentemente, Ortega encuentra la luz de esperanza en un escenario que a veces puede ser un tanto complejo: “No es fácil en un mundo bajo tensión militar y comercial, altas tasas de inflación, baja inversión directa y oleadas de indignados y migrantes, pero son estas crisis también decodificables como ventanas de oportunidades y los emprendedores e innovadores que tomen los retos y ofrezcan alternativas son indispensables para todos nuestros países de Latinoamérica”, concluye.
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