Más presión tributaria, menos emprendimientos

En algunos países de la región, pero más específicamente en la Argentina, la presión tributaria es un factor que dificulta a los emprendedores. No solo se ve reflejado en el nacimiento de nuevas empresas, sino también en la supervivencia de las ya existentes. Es un tema central que abarca a las diferentes partes del mundo.

Muchos emprendedores se debaten en si formalizar o no su trabajo, debido a los costos que puede traer esto como por ejemplo la carga tributaria posterior. Los costos laborales en la Argentina representan un elevado porcentaje de las ganancias comerciales, mientras que en menor medida ocurre en Chile, Perú y Colombia.

Debido a esta presión tributaria, y de acuerdo a datos del Banco Mundial, Argentina posee el nacimiento de sociedades formales más bajo de toda América Latina. Podemos decir, entonces, que a mayor presión se producen menos chances para el surgimiento de emprendimientos y nuevas empresas.

¿Cómo funciona la presión tributaria?

Para entender el impacto de la presión tributaria sobre los emprendedores, hay que tener en claro de qué estamos hablando. Esa presión tributaria hace referencia al peso ejercido por el Estado sobre una economía, al retener un porcentaje de los recursos para el financiamiento de sus actividades.

Lo que hace la presión tributaria cuando es demasiado elevada, es desalentar el surgimiento de nuevos emprendimientos. Por los costos excesivos y todo lo que hay que ganar para que el negocio sea redituable. Si se decide por iniciar un emprendimiento, es necesario contemplar todos los impuestos que se deben pagar.

Una presión tributaria asfixiante afecta negativamente la competitividad de las empresas y emprendedores al aumentar sus costos, desincentivar la inversión y el crecimiento y fomentar la informalidad. También limita mucho la posibilidad de encontrar inversiones extranjeras.

Altos costos operativos y competencia desigual

Uno de los principales problemas generados por la presión tributaria en los emprendedores son los altos costos operativos. Lo que hace que sea más difícil que el negocio sea rentable. Los costos de producción son más elevados, lo que reduce la capacidad de competir en precios con empresas de otros países que tengan menos impuestos.

También se produce una menor inversión y crecimiento, ya que los emprendedores destinan una buena parte de sus ingresos a afrontar esa presión tributaria en lugar de reinvertir en expansión, desarrollo e innovación. Esto lleva muchas veces a la informalidad, para reducir los costos de impuestos y competir en el mercado de una manera más equitativa.

La situación fiscal en la Argentina

Como destacamos al principio, Argentina es el país de la región con mayor presión tributaria. De acuerdo al Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), una pyme promedio debe afrontar, a lo largo del año, el pago de 39 impuestos: 20 nacionales, 8 provinciales y 11 municipales.

Algunos de los impuestos más comunes

Todo aquel que desee iniciar un emprendimiento o tenga uno, siempre hablando de la formalidad, debe afrontar una serie de impuestos. En la compra de insumos, por ejemplo, se para el Impuesto al Valor Agregado (IVA), Ingresos Brutos (IIBB), la Tasa de Seguridad e Higiene (TISH) y el impuesto sobre Créditos y Débitos bancarios.

En el caso de los servicios de Internet, se aplican el IVA, IIBB, TISH, Créditos y Débitos, el Fondo Fiduciario del Servicio Universal y la tasa de control, fiscalización y verificación. También existe la carga tributaria en servicios como la electricidad, el agua y el gas. Y a esto se le suman las contribuciones patronales por los empleados.

En definitiva, la presión tributaria afecta negativamente a los emprendedores y pequeñas empresas. Porque eleva los costos de producción, desalienta la inversión, afecta a la rentabilidad y produce una competencia desigual en cuanto a los precios con respecto a quienes pagan menos impuestos.