Un hábito muy común

La procrastinación en el trabajo es algo que afecta a un elevado porcentaje de personas, lo que provoca distintos problemas. Como por ejemplo los aplazos o los apuros a último momento, que lleva a un desempeño con errores. ¿Qué hacer para evitar esta situación? ¿Cuáles son las estrategias a implementar para lograr el foco y evitar las distracciones? La clave pasa por encontrar buenos hábitos en el trabajo. 

En el ámbito laboral, la procrastinación es una forma de inconsistencia temporal. Que muchas veces viene dada por priorizar la gratificación inmediata en lugar de trabajar con un objetivo a largo plazo. Se vuelve más tentador hacer algo que genere satisfacción en ese momento que pensar en una recompensa futura.

Eso lleva al desorden de tareas y a que se dejen labores por resolver hasta último momento, cuando aprieta el reloj. Eso es procrastinar en el trabajo. De acuerdo a estudios de la American Psychological Association (APA), alrededor del 20% de los adultos procrastican cronológicamente. Y en el ámbito académico, alrededor del 50% de los estudiantes procrastina de manera constante.

5 estrategias para evitar la procrastinación en el trabajo

Procrastinar puede detonar una falta de compromiso y en el trabajo refleja una actitud poco profesional. Las causas pueden ser falta de motivación o compromiso, la sensación de que el trabajo no es urgente, perfeccionismo y miedo a proyectos complejos. De acuerdo a eso, te dejamos cinco estrategias que ayudan a organizar las tareas y potenciar la concentración. Vamos a ello.

Establecer objetivos y prioridades

Para organizar las tareas y evitar dejarlas para último momento, es necesario fijar objetivos diarios, semanales y mensuales. Día a día saber qué es lo que se tiene que hacer no solo para cumplir con lo estipulado para esa jornada, sino para luego alcanzar las metas semanales y posteriormente mensuales.

Se vuelve imprescindible priorizar determinadas tareas de acuerdo a su nivel de importancia y ponerles un plazo. Y también es necesario dividir proyectos grandes y complejos en tareas más pequeñas, manejables y sencillas. Ir dando pequeños pasos que luego lleven a ese objetivo global.

Gestionar el tiempo

De la mano de fijar objetivos, también hay que determinar plazos. Tiempos acordes a la tarea que se debe realizar, siempre cumplibles para evitar luego la frustración. Una de las opciones es la denominada Técnica Pomodoro, que consiste en trabajar durante 25 minutos y luego descansar 5.

Es importante también establecer límites de tiempo para tareas específicas, y así lograr un mayor poder de concentración. Y aprovechar además todas las herramientas de seguimiento de tiempo para controlar tus hábitos en el trabajo.

Trabajar sobre la autodisciplina

La atención plena y la meditación son prácticas que fomentar la autodisciplina. La motivación y la fuerza de voluntad también hay que alimentar constantemente al momento de realizar tareas en el trabajo y recompensarse cuando se cumplen los objetivos. Esto refuerza los buenos hábitos y retroalimenta la autodisciplina.

Minimizar las distracciones

Hay distracciones todo el tiempo en el lugar de trabajo. Son comunes y ocurren, pero lo ideal es minimizarlas lo máximo posible. Para lo cual es necesario primero identificarlas. Bill Gates, quien fue por 18 años consecutivos el hombre más rico del planeta de acuerdo a la revista Forbes, practica el método Deep Work para aislarse del entorno, evitar las distracciones y potenciar la concentración.

Hacer una autoevaluación objetiva

Hacer una autoevaluación del desempeño propio en el trabajo es también una acción necesaria para evitar conductas de procrastinación. Compartir los objetivos con un colega o supervisor es una buena medida, como también buscar un socio de productividad.

Esta autoevaluación debe ser objetiva. No mentirte si no lograste cumplir con los objetivos propuestos, porque eso puede llevarte a un conformismo que lleva a la procrastinación. Pero tampoco es saludable un perfeccionismo en exceso que lleve a la frustración. En definitiva, hay que aceptar los errores y verlos como una oportunidad de mejora y crecimiento.