Comúnmente cuando se oye hablar de empresas familiares se tiende a imaginar pequeñas o medianas organizaciones e incluso simples negocios regionales. Sin embargo, los datos arrojan otra realidad. Sin ir más lejos, un estudio del Centro de la Empresa Familiar de la Universidad de St. Gallen, en Suiza, determinó que entre el 80 y el 90% de las empresas de todo el mundo presentan este tipo de modelo.
Compañías como Wal Mart, Volkswagen y Ford, por ejemplo, han surgido como empresas familiares y al día de hoy, siendo líderes en sus industrias, todavía mantienen una participación mayoritaria en sus herederos fundacionales.
Para dar fe de esto, Antonio Díaz Gutiérrez, Presidente del Consejo Iberoamericano de la Empresa Familiar, explica: “Las empresas familiares en muchos países de todo el mundo generan entre el 40% y el 70% del producto interno bruto y, en muchos casos, más del 60% de los empleos de cada país, es ahí su importancia”.
En el mismo sentido, José Juan Ciccia, Vicepresidente de Turismo CIVA y Director de la Asociación Peruana de Empresas Familiares, aporta perspectivas sobre la región: “En Perú y sobre todo en Latinoamérica la mayoría de las empresas son familiares”, y agrega: “En mi sector, el de transporte, no hay empresa que no sea familiar, lo que me hace considerar personalmente que este tipo de empresas son incluso muchas más que las empresas no familiares”.
Esta importancia de la que hablan los especialistas, también se ve reflejada y respaldada en su sus visiones largoplacistas y entusiastas a futuro. Díaz Gutiérrez, dejando entrever su enfoque como referente de la materia, asegura: “Buscamos institucionalizar este tipo de empresas, que puedan ser profesionales en cuanto a su labor, su trabajo y por supuesto su duración, buscamos que las empresas familiares sean centenarias”.
Ciccia, por su parte, también comparte esta mirada: “Estas empresas no se hacen para venderlas en cinco años y listo, sino que son empresas donde quien la maneja quiere que dure cien años y que los hijos de los hijos mantengan su apellido en ella”. El objetivo, entonces, es centenario, y sin dudas se pone en juego mucho más que un buen negocio.
La relevancia que tienen las empresas familiares también tiene que ver, sin dudas, gracias a ciertas ventajas que este modelo garantiza por sobre otros. Ahora bien, ¿cuáles son? Para Patricia Vidal Izaguirre, fundadora de The Family Business School, existe una que termina siendo fundamental en el desarrollo de la organización: “La empresa familiar definitivamente profundiza mucho los vínculos, hay una unión de convivir, compartir, estar juntos remando, hay un mayor acercamiento y se profundizan los vínculos familiares”, y adhiere algo realmente significativo: “Existe una entrega incondicional, los miembros de una familia trabajan muchas más horas en la empresa que quien no es de la familia, se entrega muchísimo más al proyecto y eso también ayuda”.
En consonancia, Ciccia reflexiona sobre la confianza que se genera: “Es importantísimo la confianza que se genera entre la gente y por el proyecto, la confianza por ejemplo en sacar adelante el negocio sin importar las horas de trabajo o el tiempo que requiera, eso es de lo más beneficioso y una de las cosas más difíciles de conseguir, al estar involucrada la familia, la misma sangre, se produce más naturalmente”.
Más especialistas consultados en "Cómo surge y se convierte una idea en un emprendimiento", otro artículo exclusivo de Next Idea 4U.
Díaz Gutiérrez también considera el fortalecimiento de los vínculos en este tipo de modelos, argumentando al respecto: “Estamos hablando de culturas organizacionales más humanas donde se establecen relaciones de muy largo plazo con colaboradores, proveedores y con todos sus grupos de interés, esto también hace que se generen alianzas muy fuertes y sólidas”. Por último, Vidal Izaguirre retoma esta variable pero para incorporar un matiz que resulta muy interesante desde el emprendedurismo: “Emprender es difícil y hacerlo solo mucho más, entonces hacerlo con más de una persona y si es tu familia mejor, ayuda con la carga que tiene emprender y con las diferentes cosas que se pueden hacer individualmente o se pueden compartir”.
Así como encontramos ventajas esenciales del modelo de empresas familiares, también existen algunos peligros que no se pueden perder de vista. Haciendo foco en este tema, Vidal Izaguirre lo sintetiza a la perfección explicando el doble reto que se presenta: “Tienes el reto de manejar una empresa con todo lo que ya implica y el otro reto serán los conflictos que van a surgir propio de lo que va a ser el grupo que la conforma, la familia, no solo vas a tener el reto de gestionar tu empresa, sino también de gestionar las relaciones y lo que se produce a raíz de la convivencia”.
Retomando el planteo hecho para hablar de los aspectos convenientes, Díaz Gutiérrez coincide en la apreciación de su colega: “Esta misma cultura organizacional más humana nos lleva a que el conflicto siempre esté presente en este tipo de empresas, los factores de conflicto en la familia, si no se trabajan bien, nos pueden generar problemas”. Al mismo tiempo, Ciccia marca la diferencia en este sentido con otros modelos de empresas: “A diferencia de empresas no familiares, donde tu vida personal se puede separar, en empresas familiares suele pasar que los problemas personales y familiares se ponen dentro de la institución, y eso termina siendo muy desventajoso”.
Hay ciertos aspectos clave que, según los especialistas, deben trabajarse de buena manera para resolver exitosamente las posibles desventajas o conflictos de este modelo. Con respecto a esto, Díaz Gutiérrez arroja luz a la cuestión: “Para las empresas familiares la fuente de poder es la comunicación, la comunicación que se tenga en familia para tomar decisiones de empresa y de patrimonio”, y agrega concretamente: “Tenemos que desarrollar una empresa profesional, por supuesto, siempre considerando las opiniones, emociones, sentimientos, visión y el enfoque de la familia”.
“El objetivo en común es primordial”, asevera Vidal Izaguirre al respecto, y continúa: “Hay que tener la capacidad de poder comunicarte de forma adecuada, desarrollar la capacidad de poder hablar de temas espinosos y tener ciertas reglas: qué compromisos vas a asumir, responsabilidades, fijar los sueldos, en qué se va a invertir, cómo tomar una decisión si no podemos llegar a acuerdos, etc”.
Para Ciccia, consecuentemente, las buenas prácticas también desfilan por la misma línea: “Lo principal es el orden y la buena comunicación entre los miembros de la familia. Nunca quedarse callado, en la crítica es donde se construyen las mejores relaciones, las mejores empresas y las instituciones más sólidas”, y concluye: “Es importante que la comunicación y el orden sean los pilares de cualquier emprendedor”.
El éxito y la supervivencia de las empresas familiares se basan en los pilares de los buenos vínculos, la comunicación eficiente y las reglas claras, tal como lo exponen y confirman los especialistas de diferentes latitudes. En consecuencia, al emprender se deberán generar recursos y estrategias para garantizar su buena ejecución y funcionamiento.
En este sentido, Ciccia revela un ejemplo de su empresa que puede ser sin dudas esclarecedor: “En CIVA, por ejemplo, hemos creado la constitución familiar, ahí están las reglas del juego para todas la generaciones que vienen, las que quieran trabajar, las que quieran ser directores, las que quieran aportar algo, todo tiene ahí una razón de ser”, confiesa, y finaliza contundentemente: “Yo creo que las bases bien definidas en valores familiares y las reglas de juego que va a tomar la familia, son las que a largo plazo hacen que no se generen puestos ociosos sino porque el negocio realmente lo requiere y garantizan el crecimiento de la empresa”.
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